Medieval

domingo, 20 de enero de 2013

Nacimos para morir


Hace ya un tiempo que pienso que esa moda de las películas/libros/series sobre el fin del mundo (véase catástrofes naturales varias, invasiones alienígenas, apocalipsis zombies, distopías adolescentes, vampiros románticos y demás parafernalia comercial), esa moda de andar temiendo el día en que se acabe el calendario maya (o antes, el 6 del 6 del 2006, o incluso antes, el cambio de milenio), esa moda de la muerte (los emos XD) responde en realidad a un secreto impulso autodestructivo.
Si me parara en lo más obvio, me iría a las estadísticas sobre suicidios, según las cuales al año se quita la vida un millón de personas o, lo que es lo mismo, cada 45 segundos alguien se suicida. Entre 10 y 20 millones lo intentan. Pero en lugar de eso me voy a ir a otro sitio. ¿Cuánta gente se muerde las uñas? ¿Cuánta gente vomita, o se niega a comer? ¿Cuánta gente se autolesiona? ¿Cuánta gente se droga? Todo el mundo sabe que hay cosas que nos hacen daño, y sin embargo hay muchas personas que cada día desafían el instinto de autoconservación. Por ejemplo, sobre los desórdenes alimenticios y la drogadicción sí hay estudios, pero, insisto, no sé si alguien se ha parado a pensar en cuántas personas se muerden las uñas (o se despellejan los labios, que es lo que hago yo). Parece una estupidez, supongo, pero creo que eso también apunta en la dirección de un boicot existencial (inconsciente en cierta medida) por nuestra parte.
En la última novela que escribí intenté hablar de ello, de esa decadencia, esa desesperanza anómica en la que estamos medio ahogados, pero soy una chapuzas, e hija de mi tiempo, y también saboteo mi vida. Así que terminé la novela en una noche y así me quedó. Pero planeo corregirla en cuanto acabe los exámenes.
En realidad con lo que quiero relacionar todo esto es con la superpoblación (próxima novela, allá vamos :D). Cada vez hay más gente. Creo que es innegable, somos una plaga. En los últimos años la población mundial ha crecido hasta niveles insospechados. La esperanza de vida se alarga, la sanidad mejora, la mortalidad infantil es nimia y no nos quedan depredadores naturales. A pesar de ello, los gobiernos de los países desarrollados insisten en el relevo generacional, y en aumentar la natalidad para poder pagar las pensiones de hoy y mañana. Más gente aún. Parece lógico pensar que en cierta medida (como parte de un sistema más grande, que se autorregula) seamos conscientes de esto, de la necesidad de no supervivencia de unos cuantos para la supervivencia de todo lo demás. Parece lógico pensar que añoremos volver a niveles de normalidad en términos de población.
Se me ocurre que, sin saberlo, tengamos algo de lemmings.

Y no, por si alguien se lo está preguntando, no soy nazi ni abogo por el exterminio de la humanidad. Al menos no en mayor medida de lo que, inconscientemente, lo hacemos todos (es decir, según lo creo, vaya).
El otro día encontré esto en mi cuaderno de la universidad:

A veces sueño
que el sol se apagará
cualquier segundo.
Su boca negra
nos buscará en la oscuridad
el polvo seco
y los huesos desnudos.

Pero no es verdad,
porque solo queda el frío,
el silencio sin rumbo.
Y una humanidad
que desde ayer camina
con los pasos
de un ciempiés moribundo.

¡Yay! :D

P.S: La imagen es de Indiae, dA.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Después de todo

Este noviembre fui a Estados Unidos para la boda de mi prima. Y me pidió que escribiera un poema de amor y lo leyera. Y lo hice. No sé cómo, pero sucedió. Algún día lo corregiré y le daré un final más afilado, pero ahora mismo estoy en ese punto en el que no sabría cómo puede acabar una historia así. No tengo ni idea, la verdad.

Si te quedas un segundo,
déjate acunar por la cuerda floja.
Las sombras no son
sino para dormir a tientas.
Vivir no es más
ni menos
que morir un segundo y ocho horas.

Eres todo piel llana de meseta,
perfil fantasma, contorno de espejismo,
todo hambre que amanece
tras el horizonte de tu pecho.
Quiero desdibujarte
con los dedos
donde tú y yo no somos lo mismo.

Tengo un cuerpo de zarzas
que nace de tu alma de nudos,
una sombra en la boca
que sueña en ti un monstruo.
Cadenas de mordiscos
y saliva
que sueñan la destrucción de un mundo.

Sueñan escapar del todo.
Temen. Anudar y desnudar.
Tejer mil hilos de araña
por dentro de tu carne.

Tiembla. Acaricia el mundo roto,
aferrado a tu regazo entre sábanas de aire.
Peso de puño y de manzana,
peso en el fondo de ser quienes somos.
Tu inmensidad me respira.
Y yo solo puedo
romper el viento con alas de cobarde.

That's all, folks!

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Aquí

Bueno, va. Voy a retomar un poco el blog, por no dejarlo morir, más que nada (y una vez más, fracasar en mis buenos propósitos :S). Aprovecho para pasar a ordenador un poema/cosa indefinida que no me termina de convencer sobre un tema que me dejó un poco marcada hace unos meses. Bah.

Calla, niño mío,
que se rompe el silencio.
Viento de algodón,
niño de espigas,
si gritas van a encontrarte.

Tiembla, tiembla
en tu mundo de agua y abismo.
En tu firmamento
hay lagartos rojos que saben
que si te mueves van a encontrarte.

Rey del risco,
rey del aire afilado.
Niño de alma
verde, no llores.
Si lloras van a encontrarte.

Hijo de nadie,
criatura del bosque.
Nunca sueñes madrigueras
de paja seca, de Tierra:
en tu madriguera van a encontrarte.

Carne de plumas,
piel tierna de aire.
Mi niño de niebla
llora de hambre.
Siempre van a encontrarte.

Muerde
con tus dientes de león
tu cuerpecillo de alambre.
Hijo de otros mundos,
nadie puede salvarte.

Grita.
Llora de miedo.
Manos de polvo, tu dolor
es tuyo y van a quitártelo.
Nadie puede salvarte.

Tirita.
Colmillo de hielo
que atraviesa el agua
y la roca blanda
del niño de sangre.

Criatura,
en la nube fría
hay un corazón de manzana
que lleva tu boca y tu nombre,
y que quiere olvidarte.

La Tierra
de ti sólo sabe cenizas.
Porque no quiere ver piedras.
No quiere ojos de papel
desde los que pueda mirarte.

Niño de hilo,
cósete a mi pecho,
sueña que no hay mundos frágiles.
Ríe. Vive donde ha muerto el sauce.
Sueña que nadie puede encontrarte.



By AquaSixo, dA

jueves, 8 de septiembre de 2011

El mundo de las fieras

Últimamente me ha vuelto a dar por escribir poemas extraños. Este, en concreto, surgió tras una conversación analítica bastante "insightful" que tuve con Anyina acerca de mi familia ^^' (aunque a ella no le gustó mucho el poema XP). En fin, ahí va:



El mundo de las fieras
Está devastado y se muere de hambre.

Tierra rota,
Silencio tórrido.
Las raíces nacen pudriéndose
Bajo un cielo como de carne herida
Donde no puede haber sombras
Azules, séquito de gigantes,
Ni secretos.
El sol es un dios que es todo ojos,
Todo luz y fuego amargo
Del que nada puede escapar.
Mira, siempre mira,
Porque no sabe de miserias,
Ni de respirar hasta la última bocanada de agua,
Ni de temblar en la lluvia,
Ni de llorar en el polvo.
Lo ve todo, lo juzga todo.
Y ese es el único amor del que son capaces
Sus párpados en llamas, su pupila cegadora.

Algunas fieras
Aúllan de orgullo y gloria
Porque se saben observadas por Él.
Otras se revuelven de vergüenza,
Porque se saben fieras,
Y en sus remordimientos, muerden de furia y dolor.

El mundo de las fieras es una tierra de ruinas,
De rugidos de humo y huesos secos,
Mundo aterrador de volcanes hambrientos.
Bajo las rocas hay culebras ciegas
Que saben lo que susurran las hojas marchitas:
Cuentos de rabia desgarradora
Y pasiones de hierro,
implacables y retorcidas,
Porque las fieras no saben quererse
Sino en la lucha.
Se aferran con las garras, para no perderse nunca.
En la oscuridad, besan a mordiscos.
Angustia de selva.
Amor de espina y saliva,
Tal es la ternura de las fieras.

Criaturas de guerra,
Piel de oro,
Ojos de bronce.
Acuden a la llamada de lo salvaje
Y la sangre es un torrente de piel en sus sienes,
Un latido poderoso y antiguo
Que lleva en su cresta de océano
Leyendas de garras y colmillos en el barro,
Una promesa enterrada en las zarzas
Que palpita lento,
Como un camino húmedo bajo la piedra.

Las fieras no saben de honor,
Nunca saben.
En su mar hay un pájaro verde con alas de enebro
Que les dice al oído que la solución es devorarse.
Así que engullen sus cicatrices de espiga,
Así que sospechan del lobo en el pecho ajeno.
Las fieras sueñan campos de algas,
Sueñan, y tiemblan de sueño.
Y es que hay una punta de flecha
Esperando en el cielo
A la fiera que lleve con orgullo sus heridas de guerra.

Mundo plano, todo cielo áspero, devastado,
No hay refugio posible entre el trigo y el sol
Y las fieras gritan de angustia porque lo saben.
Todo lo que se esconde en la tierra
Es en sus gargantas, espiral de dientes afilada,
Y el sol lo sabe.
Y las fieras están enfermas, y son fieras,
Y gritan de angustia,
Porque lo saben.

martes, 9 de agosto de 2011

Harry Potter and the Mental Hollows

Mental hollows: literalmente "agujeros mentales".

SPOILERS.
Si no habéis visto la última película de Harry Potter y no queréis que os la destripe, absteneos de leer (y de mirar la siguiente imagen).





                                                                                    By Enchantress-Nova, deviantArt
   
Quería poner un título ingenioso y criticón para esta entrada, pero hoy mis neuronas se niegan a colaborar.

Sí, he visto la película. Y no sé si reírme como una histérica o llorar amargamente.

¿Por dónde empiezo?

Pues voy a empezar por el final, fíjate. Más que nada porque la película es una cutrez y no tiene ni planteamiento ni nudo. Así que si tuviera que empezar por una parte sólo podría ser por el desenlace, porque la peli no tiene otra cosa.

Quiero hacer especial mención al encantamiento imperius. Fue una sorpresa absoluta porque, que yo recuerde, en los libros no se decía nada sobre el humo de colores y la cara de fumado que se le queda a la víctima. Ya digo, después de ver eso no dejo de preguntarme cómo es posible que en la primera guerra tuvieran problemas para reconocer a la gente que estaba bajo este encantamiento (vamos, a no ser que a todo el país le hubiera dado por consumir marihuana en cantidades industriales. Entonces sí veo la dificultad).

También quiero hablar de la crueldad innecesaria de esta película. Si pueden hacer que cualquier detalle sea truculento y gore, lo hacen. Porque pueden. Estoy especialmente traumatizada con el dragón, la muerte de los goblins (mientras Voldy camina descalzo y alegre por la escena del crimen), la de Crabbe (o Goyle) y la de, por supuesto, Snape. Toda la pena y el dramatismo que podía sentir ante estas imágenes moría bajo el asco profundo que me daba toda esa carne quemada y esa sangre fluyendo y pegándose a la pared, o a los quesos de Voldy (en serio, ¿a quién se le ocurre?).

Más cosas. También es increíble la cantidad de escenas dramáticas y trágicas que se sacan de la manga. Flipante, en serio. Al final ya dejas de emocionarte por pura repetición y hastío. Es como: "anda, mira: OTRA". Supongo que esto no fastidiaría tanto si ciertas escenas no pasaran a toda velocidad (que parece que tengan prisa o algo) y otras en cambio (las dramáticas son buen ejemplo) pasaran un poco más deprisa. De verdad, hubo momentos en los que estaba tan aburrida que sencillamente me dediqué a balancearme cual niña autista (aquí, en Estados Unidos, las sillas del cine son somo mecedoras. Es fascinante).

Otra cosa que no se me puede olvidar son los ojitos brillantes de Voldemort. Literalmente le hacían chiribitas, no sé muy bien por qué. Supongo que estaba emocionado (o le habían puesto emocionado para despertar sentimientos de empatía en el público, pero nanay). No deja de ser curioso.

Además, se han comido con patatas el flashback sobre lo peeeeerrrrrra que es Lily con el pobre Snape. Sin comentarios. Bueno, sí, uno: la odio mucho. Y a ti también, Rowling. ¡Meeeeeh!

Tampoco me gustó el monólogo existencial de Neville. Vaya tostón, vaya americanada. En resumen, vaya momento de vergüenza ajena. Ahí en concreto no me extrañó nada que Voldy se riera tanto y le hicieran los ojos chiribitas. Yo creo que de estar en su lugar incluso le habría tirado tomates, por cafre.

También fue bastante insoportable la conversación con Dumbledore, que no se calla ni muerto.

Me indignó sobremanera el trato que se les da en general a los slytherin, pero sobre todo en el caso de McGonagall, que, ni corta ni perezosa, coge y discrimina a todo un colectivo del alumnado en base a la opinión personal de una niña (aunque según mi punto de vista es una opinión perfectamente válida: ¡concho, no todos los slytherin van a estar dispuestos a morir por un niño que lleva toda su vida discriminando a los slytherin!) y, no contenta con esto, les impone un castigo vejatorio como es el encerrarles en las mazmorras (¿en qué siglo estamos? ¿Por qué nadie dice ni pío, y a todo el mundo le parece de maravilla?). En resumen, que me alegro por los Malfoy, que antes del desenlace deciden que esa no es su guerra, que su prioridad es la familia, y les dejan a todos matándose entre ellos por una causa de supuesta, aunque dudosa, moralidad.

Hablando de los Malfoy. Me indigna también que, cuando Draco está encaramado a esa torre de objetos que parece sacada de la casa de alguien con síndrome de Diógenes y Harry propone salvarle, Ron flipa y le pregunta a Harry si está de broma. Uy, sí, morir quemado. No veas qué cachondeo. Y a nadie le parece mal, tampoco. La coña ya viene cuando Harry, en su primer intento, más que agarrar a Draco parece que le va a chocar esos cinco. Entonces ya dices sí, es coña. Give me five!


Sin embargo, el momento de coña supremo (estuve como diez minutos riéndome en el cine) es cuando Harry le suelta a Voldy:

---Vamos, Tom. Acabemos esto como lo empezamos. ¡Juntos!

Y salta al vacío.

Aquí hay varios detalles hilarantes:

1º El pobre Voldemort debía de estar pensando eeeeeh... No. Yo no lo recuerdo así. Juraría que tú tenías un año. Y de verdad recuerdo que no había ningún barranco. Sé que de niño las distancias engañan, pero esto me parece excesivo...


2º Antes de saltar al vacío, Harry engancha a Voldemort de la nuca y, durante un momento, el único pensamiento que pasa por tu cabeza es oh, shippers perversos de ff.net, vuestro momento ha llegado: ¿¡va a darle un morreo!? Eeeeeewwww... 


3º Voldemort, en vez de dejar que la ley de la gravedad siga su curso, decide darle emoción a la cosa y se va de montaña rusa con Harry mientras le tira del pelo con cara de Wooooooooo... Implaaaaaantes... (Y entonces los ojos con chiribitas cobran sentido).

No sé si me estaré dejando algo (probablemente sí: había demasiadas cosas y no puedo acordarme de todo. Me estoy riendo demasiado).

Quiero que sepáis que no esperaba gran cosa después de haber leído el libro, pero esto ha sido demasiado.
Creo que, después de todo, podría obviar lo mala que es la séptima novela si no fuera por los principios amorales y llenos de prejuicios que Rowling te intenta vender: los buenos pueden hacer cosas malas, se llama "cometer un error". Los malos no cometen errores, sólo hacen el mal y deben pagar por ello con su vida, o con su prestigio social, en el caso de los Malfoy."

Asqueroso, deprimente. No sé ni cómo llamarlo. No sé qué tiene Rowling en la cabeza para intentar vendernos lo maravillosos que son, por ejemplo, los merodeadores cuando todo su carisma se basa en su crueldad. ¿Gryffindor? Lo siento, pero eso no es ser valiente. No sé cómo la gente puede ser fan de estos personajes. A lo mejor es porque nunca se han sentido humillados por un bully (o varios, en el caso de Snape), pero no entiendo esa falta de empatía. No me cabe en la cabeza. Sirius, James, Peter y Remus no son "buenos" (creo que en el caso de Peter a nadie le sorprende esta afirmación), están enfermos, y dan miedo. James y Sirius eran unos torturadores, y los otros dos eran sus cómplices. Y vamos, no me fastidies ya con Dumbledore. Otro que estaba para que le encerrasen:

---Vaya, Severus, ¿me cuentas que Sirius te ha enviado a un hombre lobo incontrolado para matarte y convertir así a uno de sus mejores amigos en un arma homicida? ¡Pero si era una broma, hombre! ¡No seas quejica!


Pa que vuelvas.

De verdad, ¿qué clase de moralidad es esta? Si estás en el lado del bien puedes cometer todos los errores que quieras, pero, si no, estás condenado de por vida. A mí me parece monstruoso. Por lo menos Voldemort va a las claras y sabes en lo que te estás metiendo. Dumbledore y su ejército te hablan del "bien" y del "amor", y acto seguido le dicen a Harry que, como él es capaz de amar, tiene que cargarse a Voldemort.
Ciertamente, hay amores que matan. Yo, personalmente, no querría que Dumbledore me quisiera nunca.

Por este motivo, el final de la saga me ha dejado muy mal sabor de boca. Siempre recordaré estos libros con cierto cariño, porque marcaron mi infancia, pero desde luego le he cogido auténtico odio a su mensaje. Eso no es la vida real, no todo es blanco o negro (a Dios gracias). Y me parece monstruoso que esa sea la idea que estén sacando los niños de esos libros. Porque no hay héroes ni villanos a secas, ni el mal se puede destruir matando a un sociópata con delirios de grandeza y un pasado traumático (tampoco entiendo por qué Voldy está tan obsesionado con la vida, si no la disfruta). Es tan sencillo como esto: el mal no se puede encarnar en una persona, porque el mal son las malas acciones que hacemos todos. Todos somos héroes y villanos al mismo tiempo. No tiene sentido encasillar a las personas en semejantes etiquetas, porque, incluso si fuera cierto durante un tiempo, las personas cambian, y tienen derecho a redimirse.

De hecho, ya que lo comento, ese habría sido un final bastante bueno para mí. En algún momento leí que, si te arrepientes, las partes de tu alma que están en los Horrocruxes pueden volver a ti. Lo que pasa es que el horror de lo que has hecho tiene bastante probabilidades de matarte, pero eso habría sido un buen final.

Otra cosa que yo sí me hubiera atrevido a hacer es matar a Harry: eso era un must que la autora no tuvo narices de escribir. Y también Draco tenía todas las papeletas para redimirse. Hum. Y también le habría dado más importancia a la historia de Regulus, que es uno de los personajes más valientes de la saga y sólo se le dedica una mención como de refilón. De hecho, me habría encantado que al morir Harry se descubriera que Neville es el Elegido del que hablaba profecía, y me habría encantado que fuera él quien hiciera que Voldemort se arrepintiese. Por último, las casas deberían desaparecer en Hogwarts: sería el primer paso para acabar con los prejuicios.

Y creo, que, en resumen, ese es mi final ideal (por supuesto Snape seguiría vivo y habría rehecho su vida, o en todo caso no habría tenido una muerte tan patética. El pobre hombre es otro de los personajes más valientes y entregados de la saga y muere solo, triste y odiado en una casa abandonada donde le habían intentado matar de adolescente. Sólo tengo una palabra para Rowling: bitch).

Opino que el problema con esta autora es que tiene la manía de querer a unos personajes demasiado y a otros demasiado poco. Y lo gracioso es que los personajes a los que quiere ni siquiera se lo merecen (vamos, están todos como para encerrarlos). Qué queréis que os diga, es triste acabar así una saga. Qué decepción.

Por lo menos queda el consuelo de que la vida no siempre es así, y las segundas oportunidades existen.

En serio, Rowling: bitch.

miércoles, 3 de agosto de 2011

El sorprendente Efecto Lemming

¿Qué diablos pasa por la cabeza de la gente?

¿Dinero? ¿Sexo? ¿Un elefante rosa que no se quiere ir ni a tiros? ¿Una línea recta que parece prolongarse hasta el infinito con la banda sonora de π (prolongada hasta el infinito, por supuesto, de cajón)?

Frikadas aparte, es algo que a veces me da por preguntarme. Qué diablos pasa por la cabeza de la gente.

Tampoco es que me lo pregunte muy a menudo, no os creáis, no me quita el sueño desvelar tan incomprensibles misterios. Suelo hacerlo, sin embargo, cuando la masa hace algo especial y rematadamente estúpido. Podéis adivinar, por tanto, que es una cuestión que se me ha pasado repetidamente por la cabeza desde que surgió todo el movimiento 15M (que yo me pregunto, ¿por qué diablos lo llaman movimiento? Se quedaron estancados en Sol y en la indecisión política). No obstante, hoy vengo a hablaros un poco más de los políticos, que también se llevan una parte importante de estupidez.

Oye sí, estamos a tres metafóricos días de la llegada del Papa a España, y al Gobierno (porque es así de avispado, y sus asesores hacen cosas como ganarse el sueldo y tal) no se le ocurre idea más peregrina que echar con la escoba a los cuatro gatos que quedan acampados en Sol (oye, a ver si hay suerte y los otros cinco mil se mosquean y vuelven). Y efectivamente, hay suerte: la gente se mosquea (que qué fácil es mosquear a la gente, por otro lado) y vuelve. Y el Gobierno decide a mitad de camino que no, no quiere que la gente vuelva. Cordón policial al canto. Y más mosqueo. Ingentes cantidades de gente y de mosqueo a las puertas de Sol. Y entonces es cuando surge la pregunta: ¿Qué diablos pasa por la cabeza de la gente?

Después de leer estas cosas desde el otro lado del charco (que aquí tienen fama de ser bastante más tontos, pero yo no les veo dándose de tortas a tontas y a locas. Sobre todo a tontas), no puedo quitarme de la mente la imagen de un colectivo desmesurado de neuronas suicidándose en masa cual lemmings en época de superpoblación.

Luego me da por ponerme agorera y empiezo a elucubrar. Y luego me entero de que personas que yo consideraba inteligentes planean irse a la plaza Mayor, o adonde concho estén indignándose ahora los madrileños (no pueden indignarse en su casa, no). Y entonces, vuelve a aparecer la pregunta, temida ya, porque siempre llega acompañada de nuevas muestras de estupidez humana.

¿Qué diablos pasa por la cabeza de la gente?

Sin duda, el sorprendente Efecto Lemming.

martes, 12 de julio de 2011

Kind of cold

En realidad, es probable que esto no sea más que otra moda por la que me dejo arrastrar.

Según pasa el tiempo me voy dando cuenta de que cada vez me importan menos las redes sociales, y el msn, y toda la pesca, y es más y más evidente que la gente que de verdad importa esta ahí, la tengas o no agregada, te deje o no comentarios. Así que, ¿por qué un blog?

Pues ni idea, oye. O, bueno, ya digo, por dejarme llevar. También porque soy una fanática de esos rincones escondidos del mundo, de esos refugios que gritan por los cuatro costados que están hechos para ti. Como el idílico Mundo-Manta (¡qué falta me haces en invierno! XD). O también, es posible, porque hay veces en las que pongo los dedos sobre las teclas y me noto la palabra como entumecida, y entonces lo dejo, lo voy dejando. Hasta que, como hoy, me doy cuenta de que ha pasado un curso y de que no he terminado ni una sola novela, y sin embargo, se me han ocurrido mil ideas para escribir. Así que intento forzarme. Y una manera tan buena como cualquier otra es llevando un blog e intentando ser organizada por una vez en mi vida, que, después de veinte años, una diría que ya toca.

No sé. Igual me está pasando como siempre, que acabo metiéndome en camisas de once varas como por arte de birlibirloque.